Con su habilidad para posponer las internas, Colombi recuerda a Valdés que aún le falta camino para asumir el liderazgo total de la UCR.
Por: El Nordestino
Imaginen esta escena: una cinta amarillenta de un ring desgastado, un aprendiz y su maestro frente a frente, como en una de esas películas que nos enseñan que el alumno debe superar al mentor, que el maestro algún día dejará su lugar. Ahora bien, si la vida fuera una película, ¿Valdés tendría alguna chance frente a Ricardo Colombi? Para el actual gobernador correntino, Gustavo Valdés, la realidad parece estar haciéndose cuesta arriba, porque a cada intento por ganarle al viejo maestro termina en la lona.
En estos días, la interna radical en Corrientes parece un guión hecho a medida para un drama político familiar: mientras Valdés quiere abrir un nuevo capítulo en la historia del partido, Ricardo Colombi vuelve a dejar en claro quién manda y en ejercicio de ese poder, ha logrado posponer las elecciones internas del Radicalismo correntino, que iban a celebrarse el 27 de octubre, hasta mayo del próximo año. ¿El motivo? Esencialmente, ejecer su liderazgo al frente del partido y dejar claro que Valdés, por ahora, sigue siendo el eterno aprendiz.
Para quienes lo ven desde afuera, podría parecer que Valdés tuvo oportunidades de plantarse, especialmente después de haber ganado las últimas elecciones provinciales con un aplastante 70% de los votos. Sin embargo, la victoria popular no parece servirle para conquistar los secretos de la interna radical. Porque en ese ámbito, los votos de la calle son una “anécdota” frente las maniobras entre bastidores.
Se suma también que esa aplatante victoria fue paradójicamente el principio del fin del poderoso honbre de Ituzaingo, ya que al decir de muchos radicales del interior provincial, reforzó la soberbia con la que milita su causa; una actitud que ya le hizo perder varias boinas blancas, incluso en la cúpula radical porteña, donde después de coquetear con muchos dirigentes de alto fuste, hoy -en Buenos Aires- ni le atienden el teléfono y ni hablar de visitarlo. Ademas, casi todos aseguran que “Valdés las quiere todas para el” y “ahora encima quiere poner al hermano” de quien se afirma que necesita mas couching que L-GANTE queriendo ser Profesor de Literatura y letras. Así, mientras al actual mandatario le resulta cada vez más difícil anotarse una conquista en la interna radical, Ricardo Colombi, sin titubear, despliega su arsenal, como el Miyagi del juego político que simplemente no entrega su "dojo" al primer entusiasta que aparece.
Para colmo, sus aspiraciones de pago chico y las de eternizar su apellido en “el sillon de la rosadita”, chocan feo con la inseguridad, la mala policia, el caso Loan, la sospechosa red de empresas de tecnologia y energia renovable, y su propia vida personal, sumado todo eso a otros escándalos recientes, que al menos deberían hacerle pensar que no solo podría perder frente a Colombi, sino con el propio electorado correntino donde su imagen se desdibuja dia tras dia, consecuencia también de que cuando todo apuntaba a que podría hacer las cosas de manera distinta, los vicios de la "vieja política feudal" –esa misma que en teoría deseaba cambiar – siguen reinando como una piedra sobre sus hombros. Tal vez, en este guion que se niega a cambiar, a Valdés le queda aceptar que el maestro sigue siendo el maestro, y él, un aprendiz aún lejos de conquistar su independencia.
Hay quienes comparan la relación Colombi-Valdés con una dinámica padre-hijo. Pero si vamos a ser honestos, no estamos hablando del típico drama familiar donde el hijo supera al padre al final de la segunda temporada. Más bien, se trata de una relación en la que Valdés parece esforzarse en seguir los pasos de su mentor, sin notar que Colombi, impone una sombra tan grande de la que no es nada facil salir. Así como los hijos de Messi o del mismo Jackson cargan con el peso de ser hijos de leyendas, Valdés no puede escapar de ser el "hijo político" de un Colombi que aún no considera prudente soltarle el volante del “cochecito”